Hnas. Alfieri y Oliphant in Barc 2, Agosto de 2009 |
Hace casi 3 años atrás estaba volviendo a casa, en Italia, desde la misiòn de Barcelona. Mi corazón tenìa una mezcla de sentimientos: explodìa de gozo, felicidad y paz por todo lo que había ocurrido y vivido durante aquellos 18 meses, y al mismo tiempo estaba triste por dejarlo todo. Hasta algùn tiempo antes de llegar a decidir de hacer los papeles de la misiòn, nunca habrìa imaginado que habrìa sido una misionera de tiempo completo.
Pero, al escuchar los testimonios de muchos misioneros regresados que la describían como la experiencia mejor de sus vidas, los 24 o 18 meses mejores, ese sentimiento empezó a crecer en mi corazón. Sentí muy fuertemente que tenìa q hacerlo y que el Señor me estaba llamando; eso me fue confirmado en mi bendición patriarcal, donde el Señor me prometió muchas bendiciones preparadas para mí, si yo hubiera aceptado su llamamiento. Y así fue, puedo confirmar y testificar que sentì la mano del Señor guiandome en su obra verdadera, y que por cierto aquellos fueron los mejores 18 meses de mi vida (hasta aquel entonces).
Una de las metas que puse fue de segur haciendo lo que había aprendido en la misión: obra misional, poner Dios en primer lugar, estudio cotidiano y eficaz de las escrituras y mucho màs. Algunas semanas despuès de mi regreso a casa habìa sentido que tenìa q hablar del evangelio a una de mis amigas, como ella vivía lejos, hablamos por chat, me hizo muchas preguntas sobre la misión, y yo estaba contenta de poderle explicarle todo. Sentì que tenìa q regalarle el libro de mormòn, le dije q había un libro importante que quería darle, pero, como ella estaba lejos y no habìa una capilla cerca, dejé que el tiempo pasara y de vez en cuando esa sensación me volvía a la mente.
Una de las cosas que el Presidente Hinckley nos dijo a mì y a los otros misioneros/as que estaban acabando conmigo, fue que si habíamos pensado que lo mejor de nuestra vida habìa ocurrido en la misiòn y que lo recordarìamos para siempre, era cierto, pero no completamente, porque lo mejor aùn debìa venir. Esa concepciòn de la vida a venir me gustaba mucho, era verdadero, porque reservar lo mejor solo a una parte de la vida?
Asì empecè a ver al futuro con esta perspectivas, de que lo mejor sòlo habìa empezado. Cada dìa podìa ser lo mejor, y por cierto la vida no acabarìa a los 21, 23 o 25 años (como en mi caso). Algo que el presidente nos pidiò fue, tambièn, que una vez a casa fijeramos unas metas de corto, medio y largo alcance e hicieramos los planes para cumplirlas. Y asì hice, un dìa durante mi estudio personal em mi habitación en casa, después de haber orado, me puse a pensar y a escribir las metas de los proximos 3 años. Hace poco fui a leerlas, me dí cuenta que el tiempo estaba para acabar y que ya tenìa que verificar lo que habìa conseguido hacer y lo que no.
Octubre de 2009 |
Agradezco el Señor porqué tiene muchas maneras de actuar, y mis faltas no pararon su obra; tiempo después esta chica se mudó en la ciudad donde vive mi hermano, el cual la llevò a unas actividades de la iglesia, ella se fue a vivir con una familia de la iglesia y empezò a recibir las lecciones de los misioneros. Sabìa que se habría bautizado, y así fue, se bautizó hace 8 meses y actualmente estudia en BYU. Eso me hizo regocijar muchisimo, sé que habrìa podido hacer más, pero agradezco haberle dado mi testimonio y que el Señor usó otros medios para q ella aceptara la verdad. A veces nuestra tarea es poner semillas con un testimonio puro, y asì los misioneros pudieron encontrar a una chica lista.
Una de las cosas que querìa hacer al volver a casa era partecipar como consejera al EFY, algo nuevo en Italia y que justo estaba empezando. Tuve la oportunidad de hacerlo poco meses despuès y me encantò, fue a mitad entre vida misional y vida “real”, y allì conocì a quien, tiempo despuès, se habrìa convertido en mi esposo.
Otra de mis metas era de terminar mis estudios: antes de la misiòn ya me había graduado en psicología estudiando 3 años , pero para completar la carrera faltaban 2 años màs de especializaciòn. Siempre he pensado que escoger adonde ir a estudiar, en qué ciudad y universidad, fuera una tarea muy importante, y por eso necesitaba de la ayuda del Señor. Oré y ayuné para saber cual de todas sería la mejor para mí, me quedé con dos opciones y al final sentí paz, tranqulidad y que todo iría bien si hubiera ido a Torino (mil kilometros desde la ciudad de mi familia).
Que la decisión fuera justa, me fue confirmado ya poco tiempo después, porque conseguì muy facilmente todo lo q ocurría para mudarme allí (entrevista de entrada aprovada, piso barato, un buen barrio muy cerca, amigo/as, etc.) y muchas bendiciones llegaron poco a poco. Sé que fui bendecida porque en los 2 años de carrera conseguí aprobar los examenes sin problemas, terminarlos todos, salir con los chicos, conocer y salir con el chico que ahora es mi actual esposo y así casarme con él.
Desde la misión aprendí, tambien, que si un investigador no progresa hay que ir a buscar a los que estèn màs preparados, así en la vida, si las citas no progresan hay que dejar y buscar lo mejor. Tal vez casarse en el medio de los estudios sea algo normal en los Estados Unidos, pero en Italia no, es muy difícil hacerlo todo al mismo tiempo. Pero mi esposo y yo confiamos en el Señor que nos ayudaría, porque sabíamos que ibamos a cumplir un mandamiento. Y asi fue: cuando decidimos casarnos aùn me faltaban 7 examenes, poco antes tenía aún 5 y después de la boda conseguì acabarlos todos en pocos meses sin quedarme atrás.
Puedo confirmar que lo mejor aún habìa de venir. La misión ha sido la experiencia más llena e increible de mi vida, pero la vida después ha sido y es aún más completa. Sé que la familia fue instituida por Dios, en ella, de niños podemos aprender todo lo necesario para seguir adelante, y de adultos, con nuestro/as compeñeros/as podemos poner en practica todo lo que aprendimos a lo largo de la vida, de la misiòn, y aprender aùn màs juntos. Si confiamos en Dios y seguimos todas sus enseñanzas, seguramente tendremos los 18/24 meses mejores de la vida en la misiòn, y todo lo siguiente serà aùn mucho mejor.
Último día en la misión |
Gemma servia en Alicante 2, Hospitalet, Barcelona 2, y Benidorm. Regresó a casa en febrero de 2010. Se casó con Alberto Tonoli en abril de 2012 en el templo de Bern. Viven actualmente en Verona, Italia (sí, el mismo Verona de Romeo y Juliet).
Te quiero tanto, Gemma! Gracias por compartir tu testimonio y tus experiencias!
ReplyDelete-Hna Mandi Lunt Burnham
I love this little lady
ReplyDelete